Tarde de invierno

Anduve descalzo una vida
por llanuras abisales
y en el roce con las piedras
impregne mi alma de azufre
para volver a la luz en el salto de una ballena
rompiendo la superficie en mil espumas.
Floté en el abrazo eterno
de una mirada
para correr hacia la complicidad
de un beso de sus labios;
a la belleza del soplo de su piel
en una tarde de invierno.

Gracias vida

Sentarse y apretar las rodillas contra el pecho,
sentir un granizo de miradas
y el temblor en el balanceo del miedo

Andar por la cuerda de una guitarra
que sólo aprendió a tocar un blues.
La letra de una canción desechada
como la vida de un perro callejero.
La tristeza de la comida que apartas,
la sensación de no pertenecer a nada.

Nada es para siempre;
ni siquiera el duelo.

Una mano que alcanza a rozar tus dedos
allá donde la palabra no es necesaria,
donde la suerte es ser consciente
de que la simple existencia
es ya un motivo

Desenterrar la cabeza de entre las piernas
y en el halo de su silueta encontrar la vida,
encontrar de nuevo el verso
y amar a pecho descubierto;
como un legionario del sentimiento más amable,
más profundo, más eterno.

Dar gracias a la vida
y la vida por su gracia,
no comprender un mañana
sin el olor de su pelo.

Perdamos la cabeza

Mi sombra se camufló en la oscuridad
mientras esperaba sentado a que algo sucediera.
Anduve a rastras en la basura
y sólo conseguí destrozarme las rodillas

Eran tiempos de tormenta
sabes, cuando el cielo ennegrece sin aviso
como un lobo escondido tras la maleza
como el guantazo de un padre

Dias en que la ausencia
se anteponia a las duras palabras
mientras el vaho de la fria mañana
me besaba al tomar mi desayuno

Soñé con tiempos mejores
pero más allá del espejismo
me encontré a solas con la realidad
mientras deseaba estar ciego

Vi caer mi vida al suelo
como un vaso de cristal
no quise deterlo
tan sólo hubiese acabado peor

Deje rodar mi alma
hasta atravesar el bosque de espinas
para lamer mis heridas
en una tarde de sal y olas

Unas noches más tarde
tras enloquecer entre papeles
y cajas de cartón
una voz en la distancia
me indicó un camino extraño
Pero como diria Bob Dylan
"Cuando no tienes nada,
no tienes nada que perder"

Ahora, soy una especie de vagabundo
con un bolsillo lleno de cristales rotos
y en el otro
una bonita historia que contar.

Y llegado a este punto sólo me queda una pregunta que plantear...

...¿Cuanta felicidad es capaz de soportar un hombre sano,
antes de perder la cabeza?

y si fueses tu?

Yo me propuse no mirar,
recorrer sin observar.
No habia espacio en mi
ni fuerza, ni palabras para ti

Me propuse no sentir,
mirar y no tocar.
No habia piel en mi
ni roce, ni viento para flotar.

Pero el universo es tan pequeño
que nos fue imposible no coincidir,
imposible no volar,
imposible no sentir.

Y ahora,
en la azotea donde los miedos cuelgan la ropa.
Donde nuestras sombras,
son dos niños jugando a perseguirse;
corro con miedo de alcanzarte
preocupado por mirarte y que seas tu
en la madrugada de mi daño
la que ha venido a curar lo que aún no quiere cerrar.